El proyecto de incorporar el lenguaje inclusivo en todas las comunicaciones oficiales de la Universidad surgió en la Secretaría de Bienestar y avanza favorablemente por las comisiones del Consejo Superior.
Creado por el Programa Integral de Políticas de Género de la Secretaría de Bienestar de la Comunidad Universitaria, el proyecto pretende establecer como norma el uso del lenguaje inclusivo y no discriminatorio en todas sus comunicaciones institucionales.
La propuesta, llevada adelante por las licenciadas Ana Galvani y Paula Martínez Stoessel, junto al resto del equipo del área, tiene como objetivo fomentar la utilización de un lenguaje no excluyente y así visibilizar la diversidad de personas que integran la comunidad universitaria garantizando un ámbito de respeto de los derechos humanos, en este caso de las mujeres y la comunidad LGTB+.
Reproducción de desigualdades
En el proyecto presentado en el Consejo Superior, y que por estos días estará siendo analizado en la comisión de Bienestar, se destacan ejemplos concretos de prácticas y discursos que reproducen estas desigualdades en el ámbito universitario y que podrían ser modificados tras la aprobación del proyecto.
Estos son: la denominación masculina de títulos, cargos y áreas; la utilización del masculino genérico en documentación y publicaciones; la representación estereotipada por medio de imágenes y denominaciones de las personas que forman parte de la comunidad universitaria; la falta de problematización desde la perspectiva de género de los contenidos abordados en los espacios de formación, y de las formas de vinculación interpersonal y jerárquica tanto en el cuerpo docente, estudiantil y del personal universitario en general.
“Si el lenguaje es un producto social e histórico que nos permite aprehender la realidad, interpretar y reproducir nuestro mundo, debemos poder evaluar críticamente cómo lo utilizamos y qué estereotipos y estructuras de dominación reproducimos a partir de él”, señaló Galvani, al tiempo que hizo referencia a la “violencia simbólica” presente en el lenguaje excluyente.
“Existen siempre voces contrarias a la implementación del lenguaje inclusivo que lo acusan de degradar el idioma y la lengua. Desde la perspectiva de género entendemos que no se trata de una degradación o banalización, sino del reconocimiento de diversas realidades que bajo un lenguaje discriminatorio que tiene sólo a los hombres como referencia de la humanidad se encuentran ocultas o menospreciadas”, señaló.
Y agregó: “El lenguaje inclusivo permite expresar experiencias o puntos de vista invisibilizados por el poder dominante y actualmente contamos con vastos recursos que posibilitan su uso y garantizan la comunicabilidad”.
Stoessel también señaló que el proyecto de lenguaje inclusivo prevé la utilización de una Guía que estará disponible para toda la comunidad universitaria.
“Allí se realizarán diversas sugerencias para elaborar comunicaciones que no excluyan o discriminen por cuestiones de género. Se incluirán recomendaciones para evitar la utilización del masculino genérico, incorporar la -x- o -e-, no reproducir imágenes estereotipadas, respetar y reconocer la identidad de género, no presuponer la heterosexualidad, no reproducir la violencia”, entre otras sugerencias.